Dra. María Velasco: «‘Criar con salud mental’ nos ayuda a cómo relacionarnos con nuestros menores»
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El libro, Criar con salud mental, de la doctora María Velesco, es una mirada crítica a la sociedad actual, que limita y muchas veces impide la crianza invadiendo la infancia y la adolescencia, a la vez que es un texto esperanzador que muestra a los padres y las madres que una crianza serena y feliz es posible. Un manual imprescindible para madres y padres escrito por una de las mejores profesionales en psiquiatría de nuestro país, la doctora María Velasco. Este libro es una guía perfecta que nos aconsejara como ser más útil hoy día a nuestros hijos y cómo «sólo tú les puedes dar lo que necesitan».
El próximo jueves 15 de junio a las 20,00 horas, tendrá lugar la presentación de este nuevo libro que se convertirá si duda en un auténtico manual de cabecera para madres y padres que se encuentran en la crizanza de sus hijos. La presentación se llevará a cabo en el Colegio Oficial de Médicos, calle Santa Isabel 51, Madrid.
La Dra. María Velasco Ghisleri es psiquiatra licenciada en Medicina y Cirugía, y especialista en psicoterapia. Trabaja desde hace dieciséis años como psiquiatra infanto-juvenil en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid y su labor profesional se centra en atender a los menores cuando presentan un sufrimiento psíquico. Todos estos años de ejercicio de su profesión, así como de formación intensiva, la han ayudado a acercarse desde distintas perspectivas a la infancia y sus problemas, y a la realidad de la crianza de las madres y de los padres, y a comprender que el verdadero reto está en la prevención de los trastornos mentales. En OKSALUD, entrevistamos a su autora, una de las especialistas en psiquiatria más relevantes de nuestro país.
Pregunta.- Criar con salud mental es el libro que todos los padres deberían leer porque es una mirada crítica a la sociedad actual, que limita y muchas veces impide la crianza invadiendo la infancia y la adolescencia. Sin embargo, es un texto esperanzador, ¿no es así?
Respuesta.-Claro, porque es una crítica constructiva. Me parece que es un libro que intenta trabajar en la prevención del sufrimiento psíquico y también de muchas enfermedades mentales y de dinámicas patológicas enfermizas que se están creando. Porque, una crítica que sólo se queda en una crítica, al final, la población lo que va a sentir es una terrible impotencia de hacer más consciente problemas que intentamos no hacer conscientes para no pensarlos, al no saber qué hacer con ellos. Sin embargo, una reflexión, que es lo que yo he querido hacer, es una manera de plantearnos nuestro presente para poder creer que podemos aspirar al futuro que queremos. Podemos cambiar muchas cosas y además está en nuestra mano, en cada uno de nuestros hogares, en cada relación que establecemos con nuestros padres, nuestras madres, nuestros hijos, nuestros hermanos, nuestros propios padres, abuelos, profesores y alumnos. En manos de todos está realmente el cambio. Eso es lo que intento hacer con este libro: devolverle a la población el sentimiento de esperanza, de que es capaz, de que si nos enfrentamos al problema, además de angustia, podemos sentir que somos capaces de cambiar las cosas y saber dónde está exactamente lo que podemos mejorar.
P.-Doctora Velasco, ¿es una evidencia que ser padre y madre hoy día es más difícil que nunca?
R.-Es una evidencia por varias razones. Primero, porque los padres y las madres, cuando vienen a las consultas, vienen muy perdidos. Te dicen que no saben lo que tienen que hacer con temas relacionados con la crianza en momentos cotidianos, no con hijos que tienen un trastorno mental grave (que es normal que estés muy perdido), sino con una rabieta, con cierta alimentación, con las horas del sueño, con los problemas del colegio, etc. Te transmiten una impotencia y una incertidumbre tremenda en temas de la propia crianza que hace 10 años no era ninguna cuestión problemática para ellos.
Por otra parte, debemos incidir en el aumento de las cifras de las consultas de psiquiatría normales de adultos, donde un factor de riesgo claramente para la maternidad o la paternidad es el aumento de los niveles de estrés. Unos niveles que son muy altos en la población, lo que supone una sobrecarga que supera la capacidad de la persona que lo está viviendo. También atendemos cada vez más a menores con más problemas que derivan de una crianza carente. Con lo cual tenemos la consecuencia tanto en las madres como en los padres como en los menores.
P.-A pesar de los esfuerzos de hoy día para criar a un hijo en todas sus vertientes, nos hallamos ante una de las mayores tasas de fracaso escolar, índice de suicidio o violencia sexual. ¿Qué pasos cree usted que se deberían dar para alterar estos datos y revertir esta situación?
R.-El primer paso es pensar qué tienen en común estos tres datos y estas tres situaciones. Y, lo que tienen en común, es un pobre manejo de las emociones negativas como son la frustración, la agresividad, la ira, la impotencia, etc. Y estas emociones no nacemos sabiéndolas manejar. Tenemos que, durante la crianza, aprender a manejarlas.
Ahora vivimos en un momento en donde todo lo emocional es muy, muy importante. Nos planteamos todo el rato qué sentimos. Parece que todo lo que sentimos tiene que guiar nuestras acciones y nuestras decisiones. Y sin embargo, se nos está olvidando enseñar a nuestros hijos a frustrarse, a manejar la violencia, a manejar la ira, a manejar su conducta. Tenemos que pensar qué estamos haciendo, qué nos falta por hacer para ayudar a nuestros hijos a saber manejar estas emociones negativas y tener conductas tan violentas, que les llevan a un aumento de la agresividad con ellos (suicidios y autoagresiones) y de la agresividad con los demás (bullying y situaciones de violencia sexual).
Debemos incidir también sobre qué es lo que está alimentando a nuestros adolescentes y a nuestros niños esa normalización de la agresividad, y sin duda en ello, juega un papel fundamental las redes sociales. Lo que consumen, ya sean videojuegos o videos de YouTube, al final, tiene un contenido violento. Y la violencia, cuando se consume, se normaliza; acabas pensando que lo que estás viendo es totalmente normal.
P.-Explica en su libro -Criar con salud mental- como profesional de la psiquiatría que la crianza actual produce ansiedad y depresiones, ¿por qué cree que se está produciendo este repunte de casos?
R.- Yo creo que es un tema multifactorial. El ser humano es complejo y siempre los factores que nos explican la conducta, tanto la saludable como la patológica, son varios. Pero creo que una de las cosas es este manejo complicado de las emociones negativas que los adolescentes no tienen. Es decir, si tú no tienes voluntad, si tú no sabes posponer la gratificación, sino que quieres las cosas en la inmediatez, si esto es a lo que tú estás acostumbrado, es muy difícil que hagas un plan que tenga una vida, que tenga unos objetivos, que tenga unos porqués.
Vas a vivir dependiendo de cómo sentirte bien, y vas a estar huyendo de todo lo que te hace sentir mal. Pero es que hasta un deportista, o sea un entrenamiento físico, ir al gimnasio, alimentarte bien o estudiar, implica cierto malestar. Hay una tendencia en criar a nuestros hijos en el bienestar, y esto es una manera de inutilizarles. También idealizamos muchísimo las cosas. Estamos vendiéndoles que la vida, pues es esto: es bienestar, es sentirte feliz, que todo está en tu mano desde una omnipotencia también muy grande, y esto tampoco es cierto.
Los valores y las circunstancias que rodean a la vida real, la vida de los adultos, no se las contamos. Los adolescentes tienen un profundo sentimiento de de decepción, por así decirlo. Y además, otro factor muy importante, es que los adultos nos hemos creído ese mensaje tan adolescente. Nos parece una renuncia muy destacada la crianza de nuestros hijos, y llega incluso el momento, en el que creemos que es costosa, que tenemos que estar constantemente renunciando a muchas cosas de nuestra vida, que no le damos un sentido de trascendencia. Nos parece que renunciar a algo es someternos a los demás y entonces no queremos tampoco estar ahí. Y como consecuencia, los adolescentes se sienten más solos que nunca.
Es verdad que hace unos años, por el estilo de crianza, las madres y los padres estaban ahí ejerciendo la función materna y paterna, pero había una diferencia generacional. O sea, tú podías sentir el apoyo de tus padres, seguías teniendo padres estando en la adolescencia, pero no les contabas tus cosas; se las contabas a tus amigos. Pero ahora mismo hay también una especie de ideología muy competitiva en donde, como todo el mundo cree que puede llegar a la perfección, tú con tus amigos no te puedes mostrar vulnerable. Tú, además, conectas con gente a través de redes con la que desarrollas una identidad virtual, por así decirlo, en donde tus carencias no las vas a expresar. Entonces, nadie va a conocerte de verdad. Y si nadie te conoce de verdad, la soledad que sientes es infinita porque nadie te quiere y te valora de verdad en tu globalidad: con tus deficiencias, con tus fortalezas; no te puedes mostrar realmente como eres.
P.- Con todo lo que ha explicado hasta ahora, ¿cómo se puede lograr que esos niños se conviertan en adultos mentalmente sanos?
R.-Yo creo que lo primero es que nos planteemos qué estamos haciendo los adultos. O sea, ellos dependen de nosotros, de nuestra jerarquía política, de nuestra jerarquía educativa, de qué principios mueven a nuestra sociedad, de si vamos a legislar de una vez por todas el tema del contenido de internet y de las redes sociales, de si vamos asumir la responsabilidad que tenemos, de si vamos a poder hacer una autocrítica, de cómo vivimos nuestras vidas, de cómo nos enfrentamos a la relación con nuestros hijos, de qué estamos haciendo con nuestros propios días. Yo creo que la esperanza, pero también la responsabilidad, pasa por los adultos, que somos los que podemos cambiar las cosas.
Esta es la buena y la mala noticia. Mala noticia, porque no le vamos a poder echar la culpa ni la responsabilidad a nadie, sino que está en cada uno de nosotros. Pero esa es a su vez una muy buena noticia porque las malas, yo creo, son en las que somos víctimas, cuando nos diagnostican una enfermedad y no podemos hacer nada, cuando llega a nuestras vidas una situación en la que no tenemos nada que hacer. Y aquí lo tenemos todo por hacer. Por lo tanto, me parece que este es el primer y el paso más importante: que comprendamos que la sociedad que estamos construyendo no es una sociedad sana y saludable, y que en esta sociedad sana y saludable, nuestros hijos es imposible que lo sean. Lo tienen mucho más difíci, por lo que tenemos que cambiar la sociedad.
P.-Alrededor de uno de cada cuatro menores presenta síntomas de depresión y/o ansiedad, problemas de comportamiento y de sueño, disminución del control de los impulsos, aumento de conductas adictivas, irritabilidad, y otros comportamientos. ¿Achacar la responsabilidad de esta realidad emergente y alarmante exclusivamente a las madres y a los padres, es inexacto?
R.-Completamente. Las madres y los padres viven en una sociedad que no les sostiene, que no reconoce la importancia de los cuidados. Estamos en una sociedad en donde prima la competitividad, el ser el primero, en demostrar determinadas cosas o el tener. No hay unos valores humanos que nos sostengan, que sean uno de nuestros pilares, de nuestros propósitos a conseguir.
La pareja tradicional, heterosexual, que era lo normativo antes, ahora ha dado lugar a muchísimos tipos de parejas, incluso muchísimos tipos de crianzas y de relaciones, en donde ya hay mujeres que crían solas, padres que crían solos, parejas homosexuales, etc. Pero los niños siguen necesitando lo mismo, pero los adultos, no nos hemos parado a pensar cómo hacemos para que esas personas que son las que sostienen a estos niños, a nuestros menores, las que crían, puedan hacerlo, puedan acompañarles, puedan tener tiempo y puedan estar saludables mentalmente. También, antes, no sólo estaba la pareja heterosexual, sino que esa pareja estaba cerca de los abuelos, en un entorno, en un barrio en donde te conocías.
Ahora la gente se siente super sola. No conoces a los vecinos, no haces vida de barrio, no hay espacios comunes porque la gente no tiene tiempo para nada, etc.
Nos hemos vuelto muy ambiciosos. Parece que los fines de semana tenemos que irnos a hacer unos planes enormes o comprar en los centros comerciales. Yo creo que la estructura social, la la vida como la tenemos montada, no está pensada para poder cuidar ni a niños ni a ancianos.
P.-¿A qué se refiere con la importancia de saber reparar en las parejas?
R.- Hemos crecido con la idea del amor romántico que tanto daño hace. Tenemos el concepto de la media naranja, con quien creemos que hemos encontrado alguien que se adapta a nosotros, que en los momentos iniciales de una relación de pareja es en donde se encuentra la seducción y en donde todos mostramos nuestra mejor versión. Pero luego nadie nos cuenta qué es el amor de verdad. Eso no sale reflejado en ningún lugar, ni en las novelas ni en las películas.
Ahora mismo, consumimos relaciones. Consumimos relaciones amistosas, laborales, como una cosa que tiene que llenarte mucho en la pasión, en lo narcisista: “me tengo que sentir muy deseado, muy deseada, muy seducida, muy mirada”, pero eso es el inicio de una relación.
Nadie nos cuenta las fases posteriores en donde tenemos que poder mostrarnos como somos, con nuestras deficiencias, y tenemos que poder tolerar las deficiencias del otro. Me parece que reparar es importantísimo, que muchas veces perdemos la oportunidad de que personas valiosas que nos aportan, nos sigan acompañando, si lográramos reparar. Ahora mismo, las parejas, como no tienen esto en la cabeza, como nadie les cuenta esto y la crianza es tan difícil, se están rompiendo porque no se reparan las cosas, porque no se tiene esa posibilidad en la cabeza: ¿cómo reparo?
Creo también que nos cuentan que, como todo parece un mercado, tenemos muchísimas opciones de compra. Vivimos realmente como una política de mercado en las relaciones. Entonces decimos: “bueno, pues no me sirves, o no me vales. Seguro que compro a alguien más, que aparecerá otra persona que llenará mis necesidades”. Y todo ello, produce muchísima inestabilidad en las familias, en los hijos, en nosotros mismos, por supuesto. No nos vienen bien tantos cambios. Esto de tener muchas oportunidades, que también le pasa a nuestros adolescentes, que creen que tienen infinitas oportunidades, nos llena de angustia. El ser humano necesita estabilidad. Porque la estabilidad hace que todos nuestros mecanismos de alerta disminuyan y podamos crear, construir. Ahí es donde realmente florecemos y donde podemos encontrar realmente la felicidad. No en tenerlo todo, sino en poder conservar lo más importante. Y en este poder conservar, tener un papel protagonista.
Se nos están yendo de las manos, sin que nos demos cuenta, como el agua, los pilares de la vida de las personas. No somos máquinas ni ordenadores, ni productos, ni objetos. Somos personas y necesitamos alimentar nuestra alma. Cuando digo alma, no me refiero algo espiritual, sino a algo que es complejísimo y que no sólo son pensamientos, sino que son emociones, sueños, aspiraciones; son valores éticos.
P.-¿Hay mucho narcisismo en la sociedad actual?, porque, ¿las personas nacemos narcisistas? ¿Es una de las cualidades que nos construyen?
R.-Todos tenemos un narcisismo y además, si no nos lo fomentan en los primeros meses de vida, somos personas con una carencia psíquica y emocional muy, muy grave. Pero uno de los pilares de la crianza es frustrar de manera adecuada este narcisismo para que podamos comprender que somos un granito más en la inmensidad del desierto.
Cuando tenemos un problema, el poderlo relativizar tiene mucho que ver con sentirte granito de arena. Cuando te viene una situación adversa y la puedes afrontar con la suficiente calma, tiene mucho que ver con sentirte granito de arena; cuando tienes una dificultad con tu pareja, te esperas, manejas el tiempo y quieres reparar, tiene mucho que ver con sentirte granito arena.
Sin embargo, todo esto no nos lo enseñan. No nos lo pueden enseñar a tortazos, es decir, el estilo educativo o de crianza punitivo; fundamentalmente te hacía sentirte nada, sin valor, sin derechos, y eso te dañaba mucho. Es decir, el tener un narcisismo muy, muy dañado, un narcisismo traumáticamente frustrado, por así decirlo, hace que las personas se sientan muy pequeñas, muy indefensas y que crean que no merecen nada de esta vida. Pero si no frustramos el narcisismo, creamos una sociedad muy narcisista, y esta sociedad narcisista es la que piensa que tiene derecho a todo, que no tiene obligaciones, que puedes exigir todo: el cariño, la atención, la salud. Entonces, claro, desde mi conducta narcisista y desde tu conducta narcisista, pues ni tú ni yo nos vamos a encontrar nunca en un punto común donde podamos construir las cosas importantes, que son las que siempre están en lo común. Porque, podemos ser muy narcisistas, pero también somos seres muy sociables. No somos un tiburón. Entonces, si no logramos construir lo social, somos también muy infelices y nos vamos a destruir.
P.-Al fin, los padres y las madres tienen la posibilidad de contar con un libro completo, una guía para cuidar de su mayor regalo: el amor incondicional de sus hijos. Para finalizar doctora, ¿es posible una crianza feliz?
R.-Es super posible una crianza serena en la que sepas que lo que estás haciendo tiene un sentido, en donde no te castigues por cometer errores, en donde sepas el sentido que tiene cada cosa que haces, en donde puedas relacionarte con tu hija y con tu hijo desde la desnudez, pero también sintiendo ese control que necesitas como madre y como padre, porque tienes que desarrollar una función materna y una función paterna.
Este es un libro que puede ayudar a todo el mundo. No es un libro dirigido a madres y padres. Hay personas que me han dicho que les ha ayudado a entender la relación con sus propios padres, con sus hermanos. Me están escribiendo profesores de colegios que les ayuda a comprender la relación con sus alumnos, porque pueden entender a sus alumnos adolescentes o menores de otra manera, o a comprender incluso en esas tutorías a las madres y a los padres cuando tienen que hablar con ellos. Me parece que había que ponerle un título al libro, un título que implicara a la persona que está delante de un menor y al menor. Por eso es con salud mental, o sea, para criar con tu propia salud mental y con, a favor de la salud mental del menor. Pero creo que es un libro que va del futuro, de cómo nos podemos relacionar con
nuestros menores, tengan la edad que tengan. Seamos profesores, médicos, educadores sociales y tengamos a un menor o un adolescente delante.
Es un libro que también puede explicarnos muchas cosas de nuestro pasado, de nuestra infancia, de lo que hemos vivido y que todos necesitamos comprender. Realmente es un libro que puede ayudar a cualquier persona a tener un poco más de luz en zonas que son complicadas de ver, en las que nos faltan palabras y explicaciones y puntos de vista que nos llenen de serenidad, de paz, de comprensión y que todo eso nos lleve a conectar más con nosotros y a poder llevarnos mejor con nosotros mismos.